lunes, 14 de mayo de 2012

¿Nos merecemos este nivel de vida universitaria?


La UNI de los años 60's gestora de nuestro actual "prestigio".
            Siempre hemos oído que la UNI es una universidad muy prestigiosa en el Perú, esta afirmación cuenta con muchos seguidores que llegan a caer inclusive en una especie de chauvinismo académico y no se percatan que esta casa de estudios ha desfallecido ya desde hace unos años en la calidad de transmisión de conocimientos.
            Profesores mediocres que llegan tarde a clases y que solamente mandan a leer algún texto o exponen literalmente las presentaciones de PowerPoint, laboratorios en pésimo estado, máquinas o instrumentos nuevos que no son usados por los alumnos hasta por “temor a que los rompan”, currículas desactualizadas, un centro médico que entrega medicinas vencidas, que no corresponden a la enfermedad y hasta diagnósticos negligentes. Se suman también a la lista las deterioradas situaciones infraestructurales y logísticas de los servicios de comida, deportes, residencia y cultura en la universidad. Entonces, ¿qué hace falta para cambiar estas indignantes condiciones de estudio?
            Nos encontramos con la primera piedra en nuestro camino: nosotros mismos. A pesar de una valorable pero poca cantidad de compañeros que se movilizan y protestan contra los abusos, negligencias, torpezas y hasta estupideces que cometen las autoridades universitarias, estas no son las fuerzas suficientes que llegarán a cambiar la universidad de su progresivo deterioro en el que se encamina. ¿Por qué? La respuesta la tienen nuestros compañeros que han ingresado a la UNI solo para egresar y no piensan desgastar ni un nanométrico movimiento muscular en cambiar la universidad ya que argumentan, mediocremente, que está de maravillas. Pero no es así. Hay dos objetivos principales que tiene una universidad dentro de la sociedad y es la transmisión y producción de conocimientos de calidad. Ni lo primero, ni lo segundo, ninguno de los dos han podido realizar eficazmente las autoridades y eso se integra a una masa estudiantil adormitada incapaz de ver más allá de sus tareas.
¿Si no podemos cambiar ni siquiera nuestra universidad, cómo pensamos cambiar el Perú?

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