Según un reporte del 2008 de la
NSF (National
Science Foundation), la producción científica peruana entre el 2000 y
2005 similar a los países de Etiopía, Ghana, Senegal, Tanzania, Uganda y mucho
menor que Kenya o Nigeria [1]. A la fecha, sumando la producción de todas las
universidades peruanas se publicaron 2192 artículos en el periodo 2005-2009
(siendo la UNMSM y la UPCH quienes han producido más de la mitad). Aun
considerando que toda esa producción perteneciera a una sola Universidad
peruana, estaríamos en el puesto 1070 del mundo. Para osar aparecer entre las
500 mejores universidades del mundo se requieren, en ese lapso, más de 6000
artículos publicados en revistas indexadas con una calidad mínima (H=1) y de
los cuales unas 3000 deberían ser de ciencia y tecnología, unas 1500 de
medicina y farmacia, 1500 de agricultura y ciencias de la vida, añadiendo unas
centenares de ciencias sociales [2].
Para darnos una idea de este
panorama desolador de nuestro país en la Fig. 1 se muestra el mapa mundial
deformado en base al volumen de la producción científica en el mundo en la
actualidad.
En la universidad y en este ambiente social de la educación
y formación de personas que sirvan al país podemos identificar tres actores
claros. Los estudiantes, los docentes y el sistema educativo, que involucra la
representación del Estado y su línea política para la Universidad que tantos
años viene haciendo daño al país.
Entre estos actores hay un único
que es el principal agente de cambio y en el que recae la responsabilidad de
conquistar un nuevo escenario: los estudiantes. El movimiento estudiantil y sus
dirigentes no obstante, o están desentendidos o preocupados en los acalorados
ambientes de las elecciones, siempre cercanas. Carentes de un plan estratégico,
de un programa claro que los unifique con el único punto de agenda de cambiar
la universidad, los estudiantes hoy están dispersos y las organizaciones
políticas en su seno, recelosas unas de otras por tendencias hereditarias en la
gran mayoría de los casos mal entendidas. Palabras como reforma universitaria,
voto universal, libertad de acceso, libertad de cátedra, deben ser bien
difundidas, rebatidas y reconstruidas de nuevo para crear un ambiente de
creación de un programa más o menos claro que guía el norte de la lucha por la
educación que requiere el país.
Referencias
[1]www.nsf.gov/
[2]www.scimagoir.com
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